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Conchín, pensionista de 64 años que cobra 800 euros: “comparto piso y no puedo pagar un alquiler para vivir con mi hijo”

Esta mujer tiene una pensión de invalidez y después de 48 años de trabajo y a punto de llegar a la edad de jubilación, apenas tiene dinero para llegar a fin de mes.


Mujer mayor triste
Una mujer llorando recibe el apoyo de una persona más joven. |Envato
Berta F. Quintanilla
Fecha de actualización:

Conchín es madre, pensionista y está cerca de alcanzar la edad de jubilación que en España este año 2025 es de 66 años y 8 meses. Ahora tiene 64 años y una pensión de 800 euros con la que no puede pagar un alquiler y tiene que vivir separada de su hijo. Comparte piso con tres mujeres en Valencia, una vivienda que le ha conseguido la asociación sin ánimo de lucro ‘Hogares compartidos’. 

Esta mujer está dentro de uno de los colectivos más vulnerables del panorama social español. El de los pensionistas con incapacidad permanente o absoluta (que antes se llamaban pensionistas por invalidez) mayores de 52 años a los que les queda poco para empezar a cobrar su pensión de jubilación. Tienen problemas de salud graves por los que no pueden trabajar y dependen económicamente de la Seguridad Social.

Esta madre tiene 48 años trabajados y a pesar de eso, ingresa sólo 800 euros al mes. Echa de menos su pueblo, pero aún más el no poder vivir con su hijo de 18 años ya que el precio de la vivienda en España (que se ha disparado) se lo impide. 

Ha sido trabajadora en un almacén de naranjas y aunque no ha dejado ni un momento de estar activa en el mercado laboral, sólo ha conseguido que le cuenten 34 años de cotización de modo oficial.

“Los 14 años no cotizados no me los va a pagar nadie”

Conchín cuenta, en una entrevista con La Vanguardia, que “he estado toda mi vida trabajando en un almacén de naranjas. Este año me jubilo, actualmente cobro una pensión de invalidez porque estoy hecha polvo… He trabajado como un burro a lo largo de toda mi vida, pero no todos los años me los han cotizado. He estado activa 48 años, pero sólo cuento con 34 cotizados. Esos 14 años perdidos no me los va a pagar nadie”.

Resalta que esas prácticas eran habituales antes en muchas empresas. Ahora, con la Inspección de Trabajo vigilante y las nuevas reformas laborales, es más complicado. “Cotizaban por los trabajadores lo que querían, en un mes completo de trabajo a veces sólo te cotizaban seis o siete jornales. Ahora sufrimos la consecuencias, porque los jubilados y pensionistas no estamos recibiendo lo que deberíamos”.

“Con 800 euros de pensión no llego a fin de mes”

La Seguridad Social paga a Conchín una pensión de 800 euros con la que no consigue llegar a fin de mes. Y mira que lo intenta. Ahorra cuando va al supermercado y en la casa, intentan ajustar la puesta de electrodomésticos al precio de la luz, entre otras medidas. 

Es imposible, dice, conseguir una vivienda asequible. Pequeña, para que pueda vivir con su hijo de 18 años. “Soy de un pueblo de Valencia, pero el programa en el que estoy acogida es de la capital y eso me impide vivir donde crecí y ver a mi familia”. Lo que quiere, resalta, es poder mudarse al sitio donde nació.

Además de las consecuencias para su salud del duro trabajo que ha realizado, Conchín sufre las secuelas de un accidente que tuvo cuando era pequeña. Iba caminando por la acera y un coche conducido por borrachos se subió a la acera atropellándola. “Estoy hecha polvo”.

Sufrió una depresión que no le diagnosticaron “porque no le daban mucha importancia a la salud mental en aquellos años” y sólo le recetaron vitaminas. 

Quiso pagar un alquiler con una amiga… pero no les llegaba

Hace un tiempo, en su pueblo alquilaban una vivienda por 700 euros con dos habitaciones. Una amiga y ella estaban dispuestas a alquilarla pero se encontraron con un problema. Y es que el casero pedía unos ingresos mínimos de 1.800 euros. “Entre las dos no llegábamos ni a 1.500 euros”.

Está viviendo con otras mujeres en una situación idéntica a la suya. “La convivencia es complicada”, dice. “A veces con los hermanos es complicado, imagínate en estas situaciones, pero nos respetamos y hay buen ambiente”.

Participar en este programa le cuesta 325 euros al mes, en el que se incluye el alojamiento, la intervención social y actividades de ocio y formación. “Pago los gastos del coche, porque me hace falta para ir al pueblo, y a eso hay que sumar el móvil o la comida”.

Lo peor de la jubilación “es la soledad”

Siempre había imaginado una jubilación tranquila, rodeada de su familia y descansando. “Sabía que no me darían mucho dinero porque ya nos pasó algo similar con mi padre, pero nunca pensé en algo tan precario”.

Aparte, la soledad le hace sentirse mal. Pasa mucho tiempo en la habitación porque “mi economía no me permite hacer más”. Aprovecha para coser o ver alguna película, pero espera que, en poco tiempo, su entretenimiento principal sea compartir su tiempo con su hijo.

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