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Soy una de las madres más mayores del colegio de mi hijo: “ahora no siento la necesidad de vestirme de cierta manera ni ser voluntaria”

Una mujer de “cuarenta y tantos años” ha publicado su experiencia en el colegio de su niño, con una clase de 25 alumnos y “madres de veintipocos años”.


Madre sonriendo
La madre más mayor de la clase de sus hijos, en el aula. |Bussiness Insider
Berta F. Quintanilla
Fecha de actualización:

Una madre de “cuarenta y tantos años”, Rachel Garlinghouse, ha contado su experiencia junto a otras familias más jóvenes, que apenas superan la veintena, en el colegio de sus hijos. Ella, como explica en una entrevista concedida a Business Insider, acepta el envejecimiento y “la autenticidad por encima de las presiones sociales y las apariencias”. A pesar de esto, reconoce que a veces es complicado, ya que cuenta con la etiqueta de “madre vieja” y a veces se sorprende con las cosas que preocupan a los más jóvenes.

Porque ella ha pasado por mucho, la vida le ha dado grandes lecciones. Ha superado un cáncer de mama y ha trabajado como profesora en la Universidad. Su hijo menor tiene 7 años, está en segundo curso de primaria, donde comparte aula, además de con su docente, con 25 compañeros. “Todos tienen padres más jóvenes que parecen tener veintitantos”, señala la mujer. 

“Me he dado cuenta de que envejecer es un regalo, he descubierto que da tranquilidad porque ya he vivido y sobre todo, he aprendido”, señala a BI. “Tengo cuatro hijos y lo que ves, es lo que viene conmigo. Hay niñas de 12 años que saben maquillarse mejor que yo, no tengo tiempo para preocuparme por eso”, declara.

“Tengo mucho trabajo y ya no me importa lo que piensen los demás”

Rachel, la madre más veterana de la clase tiene un trabajo que al obliga a consultar su agenda varias veces al día, citas, encargos que entregar y recados que hacer no le dejan apenas tiempo libre para pararse a pensar qué piensan los demás de ella. “No me preocupa cómo me perciban los demás, acepto que lo que busco es la comodidad y por eso unos días voy perfecta y soy un desastre en otros. ¡Estoy en la perimenopausia!”

Recuerda que su carácter, en parte, se debe a que ha tenido que luchar mucho. Contra la enfermedad y luego, contra la perspectiva de la vida que tienen los demás. “Cuestionan mis habilidades como madre, mis estudios o mi apariencia así que digo. tómame o déjame, pero no molestes”.

A sus hijos les ha enseñado que lo importante en la vida no es lo material, sino que lo que realmente vale la pena va más allá. “Lo que pienso sobre la apariencia se lo explico a mis hijos, no les exijo que busquen agradar a los demás, conozco a los adolescentes y sé que si les gusta una sudadera se la pondrán todos los días. Da igual la cantidad de ropa que les compres”.

“No me obsesiono con sus notas: los números no hacen al niño”

Uno de los principios en los que basa su educación respetuosa pasa por las clases, las asignaturas y las calificaciones (las temidas notas). “Soy una madre mayor y cuento con experiencia. No debo obsesionarme con las notas ni con los resultados deportivos de mis hijos, porque los números no hacen al niño”.

Cuando daba clase en la Universidad, entendió que “el buen rendimiento de un niño en el aspecto académico, no tenía nada que ver con el éxito futuro. La salud física y emocional de mis hijos debe estar por encima de todo porque si eso no está bien, sus calificaciones son irrelevantes”.

No se ofrece voluntaria para las actividades de aula

El aspecto en que más cambios ha notado esta madre ‘veterana’ está relacionado con las actividades escolares y extraescolares de sus hijos. Antes, cuando empezó a llevarles al colegio, se preocupaba por estar en todo: en las actividades de aula programadas y en las que se hacían fuera de clase. 

Pero eso ha cambiado y ahora “no me veo obligada a esforzarme al máximo cada vez que piden voluntarios, son funciones que ahora repartimos entre mi marido y yo”.

Destaca que todos deberían saber decir que ‘no’. “Es una frase completa y llena de significado”. “Cuando alguien insulta a mi hijo, no voy corriendo a llamar al gerente o al director. He aprendido que eso no es una emergencia. Lo que hago es ayudarles a afrontar lo que ha pasado y darles orientación”.

Se llama a sí misma ‘Mamá Osa’ y destaca que “siempre aparezco cuando algo supera las capacidades de mis hijos y el problema se vuelve continuo, guardando mis energías para futuras batallas más importantes”.

“Me siento bien siendo una madre mayor, y sobre todo, manteniéndome en mi zona ya que eso es todo lo que puedo hacer”.

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